Fusca

Las palabras de la tribu

Fusca es la ‘acumulación de broza o maleza que enmaraña un terreno’  Por el camino de la charca no se puede pasar con tanta fusca. También la hojarasca y otros desperdicios que ensucian un lugar, basura en general. Cubrió con fusca el hoyo del cepo para camuflarlo.

Se emplea en la mayor parte de Extremadura y en algunas comarcas de la vecina Salamanca. Y así en DRAE, que también recoge fosca ‘como oscuridad de la atmósfera’ y, en Murcia, ‘bosque o selva enmarañada’ con la marca de rural.

Fusca aparece en «El Jarama» de Sánchez Ferlosio, así como en uno de sus relatos (Dientes, pólvora, febrero):

La loba se agitaba de costado y abría su boca sangrante, mostrando los colmillos, que mordían el aire en vacías dentelladas, fallidas entre la tierra y la fusca del suelo, como queriendo segar los hilillos de la hierba naciente.

Procede del latín fuscus, fusca ‘oscuro, falto de claridad’ y aplicado al terreno ‘espeso, falto de limpieza’, como el antiguo fosco ‘hosco, sombrío, ceñudo, espeso’ (Entre el fosco ramaje…) y el femenino fosca ‘oscuridad de la atmósfera’ y ‘bosque enmarañado’ (en Murcia, según el DLE). El el Alentejo se localiza fusca con el sentido de ‘barredura, basura, suciedad’ (Elvas, Marvão). En portugués fusco ‘oscuro, sin brillo’ (femenino fusca) y el verbo enfuscar (latín in-fuscare ‘oscurecer’). Siempre con la idea de oscuridad por la espesura de la vegetación, cerrazón del tiempo, etc.

De fusca deriva fuscarrá ‘sitio poblado de juncos, frondosidad’ (en Arroyo de San Serván). También tiene el mismo origen enfurruscao ‘malhumorado, enfurruñado’. Luis Chamizo en «El miajón de los castúos» emplea enfuscarse ‘fruncir el ceño, incomodarse, enfadarse’ (no t’enfusques ni me fartes al respeto…) y enfuscao:

Los vilano revolaban enfuscaos,
lobas madres acudían remetiendo

Y en su poema «Extremadura» aparece la voz fusca como ‘broza, maleza’:

Y Juan jerre que jerre, jurguneando, 
trinsando fusca, zachando grama, 
domando las querencias de sus terrones 
cual si domara 
los negros potros de luengas crines 
que pacen en las vegas del Guadiana. 

Luis Landero sitúa en su patria chica algunos relatos de «El huerto de Emerson» empleando esta palabra en varias ocasiones con el significado apuntado:

Allí en el corral había también un lagarcito para pisar la uva, y en el pozuelo donde caía el mosto, y que estaba siempre sucio de fusca y agua vieja de lluvia, vivía un sapo.

También el vallisoletano Miguel Delibes, tan atento a las voces rurales que oía en sus cacerías quizás escuchó esta palabra en cotos extremeños o salmantinos que frecuentó ocasionalmente, y así la vemos empleada con este sentido en «El último coto»:

Lo cierto es que Manolo y yo recorrimos los sectores más querenciosos del sardón y únicamente vimos dos gazapos y oímos otros tres escabullirse entre la fusca.

©Juan-José Becerra Ladera

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