Albolaga

Las palabras de la tribu

La albolaga es una ‘planta leguminosa de flores amarillas armada de espinas muy punzantes’. De ella deriva albolagar que es ‘un terreno donde abunda este matojo’, colectivo que arraigó en la toponimia local: Los Albolagares. También arbolaga, por neutralización de líquidas (l/r).

Se emplea para encender el fuego y, en la matanza, para chamuscar o socarrar la pelambre del cerdo, ya que en invierno cuando está seca arde muy bien (en primavera reverdece y echa unas flores amarillas). El refranero nos avisa de que “Amor de ramera y fuego de albolaga, pronto se enciende y pronto se apaga” (el fuego se pasa con suma rapidez).

En el ámbito castellano, se denominan aulaga y aliaga diversas especies de matas espinosas de esta misma familia­. Su origen hay que buscarlo en el árabe alǧawláqa (a través del mozárabe y árabe hispano alyiláqa, ‘la misma planta o especie’).

Muy frecuente en Badajoz es la variante arbolaga. Variante que emplea el pacense Cuellar Gragera en sus «Estampas de caza mayor»:

Vi, al poco de colocarnos, la columna de humo fuerte que denunciaba el lugar de sus puestos. Arbolagas, jaras poco secas, tomillo y romero, producían aquel zahumerio.

Entre otras como arbulaga (Bienvenida y Oliva de la Frontera), abolarga (Talaván), toja (San Benito de la Contienda). Finalmente, abulaga (La Serena y La Siberia) y albulaga.

Esta última sería la forma propia de la zona de Guareña puesto que la emplea Luis Chamizo en su poema Extremadura, aludiendo al pleito entre un pobre campesino que defiende la propiedad de su pequeña parcela frente a la rapiña del terrateniente que la quiere usurpar:

 “Tierra de mis quereles, tierra bravía,
matorral de jarales y d’albulagas 
que yo regué de mozo con mis suores
y con mis lágrimas;
dime: ¿quién es tu amo,
cachino e tierra de mis entrañas?”

©Juan-José Becerra Ladera

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