Hato

HATO

En Feria el hato no solo es la vestimenta o ropaje exterior del cuerpo (Cámbiate el hato que vamos a poner la mesa); sino también el conjunto del aparejo y los aperos de la caballería y otros utensilios que se llevan al campo, así como el lugar sombreado donde se dejan mientras se laborea la tierra: Ve al hato y saca las alforjas y la cazuela pal gazpacho.

Según el Diccionario de la L. E. hato es la ‘ropa y otros objetos que alguien tiene para el uso preciso y ordinario’ entre otras cosas. En nuestro pueblo se pronuncia con aspiración de la h procedente de f (en portugués fato es cualquier traje aunque sea de vestir). Hato o fato procede de un supuesto gótico fat ‘vestido, equipaje’ con influjo de otras palabras de origen árabe como hazz ‘porción, provisión pastoril’ (de ahí que ambas acepciones de ropa y avíos del campo confluyan en el mismo término en nuestro pueblo).

Según te veo el hato, así te trato, según sentencia el conocido dicho en nuestros lares. (Recogido también por el jaraiceño Correas en su Vocabulario de refranes: Como te veo el hato, ansí­ te trato). En la expresión ser gente de poco hato, ser persona sin importancia y de escasos recursos.

Un derivado de hato muy común en Extremadura es hatear con el valor de ‘vestirse, ponerse el traje o atuendo’. Hatearse también es ‘comer en abundancia, hartarse de beber’, con la misma aspiración inicial semejante a jatear.

Con este sentido emplea jateau Gabriel y Galán en «Sibarita»: Andal, bien jateau, jechal ca instanti medio, (Si yo juera bien rico, jacía n’amás eso…).

Entre otros derivados localizados en nuestra tierra como hatá ‘provisiones que el amo le da al pastor para una semana’, hatería y hatero ‘muchacho que está destinado para cuidar del chozo y del hato de los ganaderos’.

El autor de «Extremeñas» emplea una forma del verbo hatear en «El Cristu Benditu»:

Y cuando su madri güelvi a hatialu
le igu con pena:
-Éjalu que bregui…
pa que críe juerza.

El campanariense Reyes Huertas hace uso de hato y hatería en «La sangre de la raza», con aspiración cuando habla la servidumbre:

―Pos vera el señorito: el sábado, como cogemos la jateria y hay aceite, pos hacemos sopas o migas, pero como el aceite no da pa toa la semana… pos aluego… pan…
―¿No lo sabe el señorito y el me lo da? Pos el jato y la comía… ¿Pa que más? Con tal de seguir en la casa!

No así cuando lo hace el señorito o la voz narrativa:

―Y, vamos a ver; me dijiste un día que ganabas el hato. ¿No? 
Rabadanes y hateros tañían por el camino la zambomba, la flauta y el rabel.

©Juan-José Becerra Ladera

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